Ya nadie quiere entrar.
No era una localización prioritaria para salir a hacer una sesión de abandoned, pero surgió. Estaba en nuestra lista de paseos pendientes y nos pusimos en camino. Todo empezó con la frase habitual, un preludio verbal de lo que se avecina cada tarde que nos reunimos para una salida fotográfica: -Quedamos en la rotonda. Teníamos poco tiempo, apenas un par de horas de luz, y el lugar no es apto para utilizar elementos combustibles para iluminar, así que sólo descargamos el equipo necesario para una sesión de tarde. Joanba tenía un objetivo entre ceja y ceja, un acceso al templo, que no se deja visitar fácilmente. Nada que no solucione la ambición. Y obcecado por alcanzar el interior, no fue tan complicado hablando a toro pasado. El interior no daba mucho de sí, pero siempre cae alguna instantánea como testigo mudo de la incursión, en esta ocasión con el teléfono, ya que subir el equipo al improvisado acceso no lo consideraba una opción en ese momento. Ralo y Mial esperaban fu